viernes, 19 de abril de 2013

Soluciones sobre el texto de Juan José Millás


1.- Escriba un breve resumen del texto:
El artículo de Juan José Millás reflexiona, a partir de una publicidad hecha por el Banco Santander, sobre la costumbre que tiene el lenguaje publicitario de saltarse las tildes, comas y las reglas ortográficas en general. Asimismo, considera cómo el desplazamiento o eliminación de un signo ortográfico puede modificar radicalmente el sentido de algunos enunciados y hasta el de algunas vidas, como afirma el autor. Finalmente, hace un comentario irónico con respecto a esta poca importancia que da el banco a los matices lingüísticos, diciendo que deberían ser tan cuidadosos con las comas como con los céntimos.

2.- Indique el tema y la organización de ideas del texto:
El tema del artículo es la poca importancia que se da a los signos ortográficos en el lenguaje publicitario.
Las ideas se organizan en el texto a través de tres párrafos que pueden considerarse tres partes:
En el primero, el autor presenta el ejemplo de una publicidad del Banco Santander, que le sirve como punto de partida para hacer referencia a otros casos en los que se observa una absoluta despreocupación hacia los signos ortográficos por parte de quienes realizan los anuncios.
En él segundo párrafo, introduce una anécdota histórica que ejemplifica la diferencia radical que puede significar colocar una coma en un lado o en otro de la oración.
Por último, en el tercer párrafo, hace una comparación entre la poca importancia que los bancos conceden a los signos ortográficos y la mucha que otorgan a los céntimos, para concluir que no se trata de un problema de desconocimiento de la importancia de los matices, sino de una absoluta despreocupación con respecto a la ortografía, que no les interesa lo más mínimo porque no les reporta ningún beneficio.

3.- Comentario crítico:
El escrito propuesto para el comentario es un texto periodístico, en concreto, un artículo de opinión. En él, Juan José Millás reflexiona acerca de un tema de actualidad, aportando datos e ideas que tienen como último fin la creación de opinión pública. Desconocemos si la colaboración del citado autor en el diario El país es eventual o periódica, en este último caso nos podríamos encontrar ante una columna. En cualquier caso, lo que sí es cierto es que Juan José Millás se sirve de las páginas de este medio de comunicación para desarrollar el tema de la poca importancia que se da a la corrección gramatical en el lenguaje publicitario. No es de extrañar que el periodista y escritor se ocupe de este tema, ya que la publicidad es un lenguaje muy en boga en la cultura contemporánea, que además es difundido por los medios de comunicación de masas, lo que multiplica la difusión y penetración de sus mensajes en miles o millones de receptores.
En mi opinión, el lenguaje publicitario es, en esencia, creativo, y busca la diferenciación del resto para conseguir fijarse en la mente de los oyentes, espectadores o lectores, y para ello usan multitud de recursos literarios y visuales. Pero este fin no justifica las faltas de ortografía o expresión, ya que lo mismo que muchos de ellos crean tendencias, modas o auténticos clásicos (todos hemos usado el famoso: Vuelve a casa por Navidad, refiriéndonos a una persona y no al originario turrón, por ejemplo) también pueden hacer mucho daño a una sociedad que, desgraciadamente en muchos casos, no tiene la lectura entre sus aficiones más destacadas ni entre sus valores más preciados el respeto a las normas ortográficas. Cualquier persona que lea el periódico, los rótulos en televisión o vallas publicitarias con un mínimo de atención podrá comprobar como en muchos casos las mayúsculas han sido despojadas de su primitiva función, o que las tildes han desaparecido, en un fenómeno digno de un expediente X.
Entre los casos más llamativos de faltas ortográficas en textos publicitarios recuerdo el caso reciente de una campaña de una compañía de telefonía móvil: “Movistar t abla”*. Obviamente, este mensaje no es casual y con esta forma de presentación pretende llegar al segmento joven mediante la imitación de su lenguaje para los mensajes cortos. Sin embargo, es importante reflexionar si alcanzar un objetivo publicitario justifica un atentado tal al idioma de todos.
Por otra parte, cabe aceptar, tal y como el autor da por sentado, que la falta de las comas en el vocativo del anuncio no sea un error, sino una simple despreocupación. En mi opinión, el Consejo Autorregulador de la Publicidad debería tomar cartas en el asunto, ya que igual que es el mismo sector quien retira anuncios sexistas, xenófobos, que incitan a la confusión…debería controlar que los anuncios respeten la norma académica, y no inciten a la confusión entre la población que los lee, que podría desconocer la forma correcta. Además, hay muchos organismos cuyo trabajo se centra en la lengua, como el Instituto Cervantes o la propia RAE, cuyo lema es “limpia, fija y da esplendor”. Creo que lo más razonable, para no perder la unidad del idioma ni capacidad para comunicarnos en ella es que esta institución siga teniendo la última palabra para dar vía libre a los cambios pertinentes lógicos en cualquier lengua viva, como es la nuestra. Pero este cambio debe ser ordenado, no debe usarse en la lengua escrita ni tampoco en mensajes formalizados o masivos sin una previa reflexión, por el bien de toda la comunidad. Es en este foro donde se podrían exponer inquietudes de esta índole, a lo que a buen seguro podrían acudir muchas personas, que reconocen en la economía del lenguaje su rasgo más esencial. Sólo hay que volver dar marcha atrás a las cuerdas del reló y pensar en el jenial Juan Ramón Jiménez, insijne poeta andaluz reconocido con un Premio Nobel de Literatura.

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